Uno de los mayores regalos que supo darnos el gaming moderno es traernos esas experiencias que de niños solo vivían en nuestra imaginación. Mientras que soy un amante confeso de los 8bits, quién no quiso jugar algo que se viera como un dibujo animado. Cuphead supo darnos esa experiencia hace ya casi una década y varios siguieron el juego, pero nunca ninguno se había presentado como el nuevo juego publicado por Devolver Digital lo hizo. La espera fue larga y cargada de incertidumbres, pero finalmente hoy este cuento de hadas se hizo realidad.
The Plucky Squire es la ópera prima y la habichuela mágica de All Possible Futures, un estudio formado por veteranos de la industria que supieron consagrarse tanto en el mundo del desarrollo independiente como en las más grandes ligas. Este libro de cuentos que cobra vida literal como metafóricamente, nace de gente que supo crear Pokemons para Game Freak durante años, como también indie darlings como Sword of Ditto. Es innegable que el diseño y la imaginación es el motor principal de este vehículo narrativo, pero los juegos tienen que responder también cuando tenemos el control en las manos y esa es toda otra aventura.
Cuando las tapas del libro se abran, vamos a encontrarnos interpretando a Jota, un pequeño escudero y escritor, cuyas aventuras son la inspiración de todo el mundo que vive tanto dentro como fuera de las páginas que habita. Junto a sus amigos y bajo el tutelaje de un curioso y divertido Gandalf que tiene más ganas de ir a la Creamfields que a la Comarca, Jota derrota una y otra vez al hechicero Grumpiñon, ganándose el título de héroe y el cariño de lectores y amigos. Sin embargo, el villano de turno logra hacerse con el extraño poder de la metamagia, conectando el mundo exterior con el de las páginas y buscando expulsar a Jota del mismo, para que su cuento pierda la capacidad de inspirar a los lectores y nuestro héroe caiga en el olvido para siempre.
Como podrán imaginarse de antemano, The Plucky Squire está cargado de referencias y no sólo demuestra el amor de sus creadores al medio y a las distintas artes en general, sino que aprovecha de manera sutil para hacer algunos comentarios sobre las dificultades que crear conlleva. Sin embargo, mientras que estos detalles son claros, este libro infantil no está ilustrado con la tinta del resentimiento, sino que su intención principal es la de entretener.
Con el control en las manos, nuestra misión será atravesar un sinfín de aventuras para rescatar nuestro libro. Grumpiñon no solo logra expulsarnos del mismo sino que trae cosas de nuestra realidad para fortalecer sus ejércitos, ignorando que nosotros podemos hacer lo mismo para intentar vencerlo. Así, recorreremos un escritorio que nos ofrece su propio terreno de plataformas desde la tridimensionalidad y también nos abre las mágicas puertas de tazas, cajas de juegos de mesa y distintos borradores de dibujos arrojados por ahí.
Esto, presenta un problema disfrazado de creatividad. Uno de los principales puntos de venta de The Plucky Squire – cómo ya se pudo ver en el trailer – es la pluralidad de mecánicas que ofrece. Por momentos es un plataformero 2D y luego 3D. También nos invita a resolver puzzles como en Scribblenauts, secuencias de sigilo rítmico y hasta combates al estilo Punch Out, entre muchísimas variantes más. Probablemente estén esperando que ahora diga que el que mucho abarca poco aprieta, pero el problema en realidad es otro. Tal y como le sucedió a RPG TIME: The Legend of Wright – el único juego hasta el momento que intentó algo similar -, cuando se ofrecen un sinfín de mecánicas diferentes por hoja, es inevitable tener que explicar algunos conceptos básicos. Los tutoriales son algo necesario en la experiencia videojuego, pero sí nueve horas adentro seguimos teniendo que entregar el control para que se nos explique aún otra mecánica, la frustración no tarda mucho en aparecer.
No por esto dichos tutoriales están mal hechos o presentados de manera aburrida, ya que el mundo y los personajes de esta historia son lo más destacable de la experiencia, pero aunque generalmente permitamos que algunos géneros específicos nos pongan en el lugar de espectador pasivo, esto no es el caso de los juegos de aventuras. Jota tiene todo lo necesario para ser el Link de una nueva generación, pero al estudio parece darle miedo de soltar al jugador del todo y cada cinco minutos nos saca el control, como un amiguito que está desesperado por mostrar su juguete nuevo, pero que le da miedo que se lo rompamos y nos lo saca al instante que nos lo prestó.
Nobleza obliga, mientras que no creo que sea un juego infantil, esto es ideal para que los y las más chicas de la casa hagan sus primeras armas en los juegos de exploración y aventura. Su ritmo y el nivel de las explicaciones es ideal para aquellos que no van a entender directamente las mecánicas de un shoot’em up, un Puzzle Bobble o un juego de estrategia por turnos. Lamentablemente, para quienes no precisan estás explicaciones, el juego se arrastra a otro ritmo.
Y es verdaderamente una lástima, porque tiene mucho para ofrecer. En su justa medida The Plucky Squire es un metroidvania experimental, en el cual vamos a volver sobre nuestros pasos con nuevas habilidades, saliendo del libro y pasando sus hojas hacía atrás o hacía delante. De nuevo, esto puede volverse muy tedioso una vez que avancemos sobre el juego, porque no solo nos va a señalar con luces y brillos a donde tenemos que ir, sin la posibilidad de apagar esta asistencia, sino que el proceso lleva varios pasos. Salir del libro, que aparezca el prompt para la habilidad de pasar páginas, encontrar la página señalada, ingresar en ella y repetir todo el proceso para volver con el item necesario. A veces incluso, el portal para salir del libro está en otra página y tenemos que volver sobre nuestros pasos para recién ahí comenzar a volver aún más sobre nuestros pasos y después pegar todo el camino de vuelta. La aventura tiene grandes momentos, pero siempre parece que tenemos que tomarnos dos colectivos para llegar, cuando había caminos mucho más directos.
Si recalco tanto este problema, es porque realmente se mete en el camino de la diversión. Atravesar un mundo como el de A Link to the Past, para después sortear un plataformero tridimensional y luego de resolver una serie de pruebas meternos en una carta de Magic para pedirle prestado su arco mágico a una elfa del bosque, podría ser mucho más memorable si no nos llevara tantas interrupciones llegar ahí. Para colmo de males, este tipo de misiones creativas se van desinflando conforme avanza la historia y mientras que esperamos que el recurso se repita con otras artes, como tal vez comics o el blister de una figura de acción, todo termina cayendo en habilidades más mundanas, como una serie de sellos, que tenemos que encontrar y luego recuperar, en secuencias que siguen un patrón que apenas puede disimular lo repetitivo.
Y que conste en actas que no es fácil decir todo esto, porque el apartado estético y las ideas de la experiencia son sobresalientes. El arte es único y el realismo que maneja por fuera de las páginas es realmente destacable. No hay nada creativo en lo que The Plucky Squire falle, pero rápidamente queda en evidencia que es el producto de un estudio formado principalmente por artistas gráficos, que terminaron dándole prioridad a la grandeza de las ideas, pero no a darles forma. Es común en el medio hablar de juegos que les hubiera encantado ser una creación de Nintendo. En este caso creo que Nintendo hubiera amado crear este mundo mágico y entretenido cargado de mecánicas, pero al final del día termina no fallando, pero quedándose corto en su intención.
No dudo que será un título divisorio y tampoco creo que haya una mala intención detrás de sus creadores. Cuando ingresamos a su página web, nos recibe un mensaje que reza: “All Possible Futures se fundó con la misión de crear juegos originales, increíbles, sobresalientes y hermosos. El tipo de juegos que causan sensación cuando el mundo tiene la oportunidad de verlos y jugarlos; el tipo de juego en el que te sentirías orgulloso de haber trabajado”. Genuinamente no creo que estén muy lejos de eso, pero solo acertaron en el cincuenta por ciento de su objetivo. The Plucky Squire es original y hermoso de ver y hasta de ver a otro jugar, pero mientras que sus mecánicas no están rotas, todavía necesitaban un tiempo de ajuste. Su ritmo es inconstante y la dificultad de sus acertijos y combates es nula, al punto que me cuesta creer que nadie lo haya sentido o mencionado durante su desarrollo. Aún así, para ser el primer juego de un estudio recientemente ensamblado, comete más aciertos que errores, pero esos errores le cuestan mucho.
En un mundo donde se está pidiendo la estatuilla de juego del año para Astro Bot, esta experiencia va a ser bien recibida. The Plucky Squire logra apelar a la nostalgia sin recurrir a golpes bajos y como alguien que compró y leyó muchos libros para niños en los últimos cinco años, me atrevo a decir que no solo le hace justicia al gaming, sino a la literatura infantil. Si notan tal vez un tono de desilusión en mi análisis, es porque realmente creo que era un título que podía ser mucho más grande sin cambiar mucho de sus elementos, pero al final del día no puedo decir que me haya entretenido en su totalidad, no por falta de expertise, sino por falta de pulido. Inicialmente, es una experiencia que parece fácil de recomendar, pero me pregunto cuántas personas acompañarán a Jota y sus amigos hasta el final. Espero al menos que sean las suficientes para que el estudio tenga la oportunidad de volver a intentarlo.

The Plucky Squire
Desarrolla:
All Possible Futures
Distribuye:
Devolver Digital
Fecha de lanzamiento:
17 de septiembre, 2024
Disponible en:
PlayStation 5, Xbox Series, PC, Nintendo Switch
Versión analizada:
PC
«The Plucky Squire logra apelar a la nostalgia sin recurrir a golpes bajos. No solo le hace justicia al gaming, sino también a la literatura infantil.»